El abanico de reacciones que se suceden cuando alguien descubre que te propones hacer un corto no deja de ampliarse y de sorprenderme. Día a día es más extraño e inesperado, también más estimulante y porqué no, más divertido.
Hace unos meses, porque aunque parezca que fue ayer, cuando sentados en la acera a las tantas de la noche, en medio de un enjambre de "canis" de fiesta en Santa Marta, se nos ocurrió que podíamos hacer un corto, como siempre habíamos querido; como iba diciendo, si hace unos meses le comentabas a alguien tus propósitos poco le faltaba para reírse de ti, incluso tú mismo te cuestionabas si llegaríais al final. Herido en tu orgullo, te impulsaban a continuar (aunque solo fuese por joder).
Después del trabajo de varias semanas y cuando todo empieza a coger forma, la gente se lo empieza a replantear, ahora ven que no es una bobada, pero el nivel de escepticismo sigue siendo elevado y el descreimiento, el pan de cada día.
Ahora las reacciones se han enriquecido, la mayoría de la gente te mira raro, para luego acabar interesándose, aunque los descreídos no creerán en ti hasta que no vean el corto, y aún entonces su reacción será de desdén ante la evidencia de su fracaso en la desmotivación (sinceramente, que les jodan [hoy estoy faltón]). La expansión de las reacciones es impresionante y cada día me maravilla más: una profesora de imagen y sonido, emocionada e interesada, me brindaba su apoyo en todo lo que pudiese; un profesor de literatura, abrumado ante la responsabilidad de ejercer de corrector de un guión (o acaso era desgana?), confiesa su desconocimiento del lenguaje cinematográfico, pero su curiosidad le impide negarse a participar; los productores de películas profesionales empatizan contigo, tal vez recordando sus principios, y te orientan en la búsqueda de apoyos económicos y gubernamentales; la directora de tu centro de estudios, pasmada ante tu ruego de ayuda, te brinda la entrada a un nivel de confianza insospechado con los profesores y hace las veces de publicista o relaciones públicas. La última ha venido precisamente por este camino. Según iba a una clase, me para un profesor y me pregunta si estoy haciendo un corto, yo, alucinado porque lo supiese, asiento. Me pregunta que si nos puede ayudar de alguna manera y qué necesitamos, insistiendo en que si con 2000 € serán suficientes para conseguir una cámara decente. Esta conversación críptica, elevó mi moral y disparó mi imaginación: ¿nos pagará la obtención de la cámara?
Cada día la vida te sorprende un poco más. Los locos no están tras las cámaras, están delante de las pantallas y desean participar de la magia del cine.
Bienvenidos.
Un Saludo, YxL.
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